Siglos de dominio e influencia han creado un casco histórico de colorida estética holandesa en la capital de Curazao. La UNESCO declaro el conjunto Patrimonio de la Humanidad en 1997.
Solo hay algo mejor que una ciudad de estética pintoresca: una ciudad de estética pintoresca descontextualizada. Esto es lo que sucede, en cierto modo, con el casco histórico de Willemstad. La capital de Curazao. Formado por coloridas casas coloniales de estilo holandés, conforma un entramado digno de reproducción fantasiosa de parque temático. Con la gracia de que es real y, por tanto, cien mil veces mejor. Y además, Patrimonio de la Humanidad desde 1997.
La estética de Willemstad, como la de cualquier enclave de este tipo, no es casual. Curazao es territorio autónomo de los Países Bajos desde 2009, pero lleva siglos ligada a este país europeo. Más concretamente desde el siglo XVII, cuando los holandeses arrebataron el territorio a los españoles.
La estética de Willemstad, como la de cualquier enclave de este tipo, no es casual. Curazao es territorio autónomo de los Países Bajos desde 2009, pero lleva siglos ligada a este país europeo. Más concretamente desde el siglo XVII, cuando los holandeses arrebataron el territorio a los españoles.
Fundaron así un núcleo urbano al más puro estilo de su lugar de origen, y que hoy se divide en dos principales barrios. Son Punda y Otrabanda, centro cultural de la ciudad. Ambas zonas están divididas por la bahía de Santa Ana, una entrada que conduce al gran puerto natural de Schotegatt. El Puente de la Reina Emma conecta ambos lados de una bahía y permite la comunicación entre barrios.
Willemstad es una ciudad pequeña, no alcanza los 100.000 habitantes. Sin embargo, tiene espacio de sobras para albergar diversos atractivos culturales Por ejemplo, la sinagoga Mikvé Israel-Emanuel, la más antigua del continente americano en continuo funcionamiento. O el Museo Antropológico Kurá Hulanda, centrado en el tráfico de esclavos africanos hacia el continente americano, y con importantes colecciones de arte antillano, orfebrería precolombina y reliquias de culturas mesopotámicas.
Por si ello fuera poco, la ciudad y la isla al completo son un lugar perfecto para la práctica del submarinismo o el esnórquel. Además de playas de arena blanca y aguas turquesas, ofrece un fondo marino plagado de especies coloridas y autóctonas de la zona.
Visitar Curazao es relativamente sencillo, más aún cuando forma parte de un archipiélago bastante popular en el Caribe. Se trata de las islas de Sotovento, que incluyen a las vecinas Aruba y Bonaire. Todas ellas se extienden frente a la costa noroeste de Venezuela. Willemstad, la ciudad que nos ocupa, es servida por el Aeropuerto Internacional Hato, base de las dos principales aerolíneas de Curazao.
¿Se animarían a hacer el viaje?
Willemstad es una ciudad pequeña, no alcanza los 100.000 habitantes. Sin embargo, tiene espacio de sobras para albergar diversos atractivos culturales Por ejemplo, la sinagoga Mikvé Israel-Emanuel, la más antigua del continente americano en continuo funcionamiento. O el Museo Antropológico Kurá Hulanda, centrado en el tráfico de esclavos africanos hacia el continente americano, y con importantes colecciones de arte antillano, orfebrería precolombina y reliquias de culturas mesopotámicas.
Por si ello fuera poco, la ciudad y la isla al completo son un lugar perfecto para la práctica del submarinismo o el esnórquel. Además de playas de arena blanca y aguas turquesas, ofrece un fondo marino plagado de especies coloridas y autóctonas de la zona.
Visitar Curazao es relativamente sencillo, más aún cuando forma parte de un archipiélago bastante popular en el Caribe. Se trata de las islas de Sotovento, que incluyen a las vecinas Aruba y Bonaire. Todas ellas se extienden frente a la costa noroeste de Venezuela. Willemstad, la ciudad que nos ocupa, es servida por el Aeropuerto Internacional Hato, base de las dos principales aerolíneas de Curazao.
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Via: Donde Viajar
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